Cava: disfruta de esta bebida en la copa adecuada
La copa tulipa, una de las mejores para apreciar los matices del espumoso catalán
Ya lo dijimos hace unas semanas: cada bebida tiene su cristalería y el cava y el champagne no iban a ser menos. Como en el caso del vino o de la cerveza, estos espumosos de origen catalán y francés precisan de una copa que realce su sabor, que conserve su aroma y temperatura y que, lejos de contribuir a que las burbujas se evaporen, las haga danzar en su interior y permitan que eclosionen en el paladar del que las saborea. Unos requisitos que no todos los recipientes cumplen. Ni siquiera los más icónicos.
En Girotel 4 os indicamos qué tipos de copas se han ganado un hueco en los hogares catalanes y, lo más importante, cuáles son las mejores para disfrutar de estos espumosos.
- Pompadour. Esta copa de gran diámetro y escasa profundidad es, según cuentan, la primera que se elaboró para albergar el champagne francés. También dicen que quien la mandó fabricar fue María Antonieta, esposa de Luis XVI, y que, para diseñarla, tomaron como referencia ni más ni menos que el seno izquierdo de la amante del consorte, Madame de Pompadour. De ahí su nombre y, claro está, su original forma. Una versión de los acontecimientos que, a pesar de ser la más extendida, topa con otra mucho menos romántica pero bastante más acertada: la que habla del Duque de Buckingham como impulsor de esta creación y de un artesano veronés como responsable de una de las copas más icónicas del mundo. La lástima es que, en cuestión de cristalería, diseño y funcionalidad no van siempre de la mano y este recipiente nacido en 1663, aunque tremendamente bello, no es el mejor para degustar el cava o el champagne. Los espumosos se calientan con rapidez, el gas se pierde y el aroma vuela con él. Una auténtica pena, vamos.
- Flauta. Como su nombre deja entrever, esta copa es alargada y fina como una flauta. Un diseño que, si bien la ha convertido en icono de la cristalería internacional y en básico de cualquier hogar, de práctico tiene muy poco. ¿Por qué? Básicamente porque su forma, a pesar de permitir que el cava o el champagne permanezcan fríos –aquí, a diferencia de lo que pasa con la Pompadour, la copa se sostiene por su pie- y que sus burbujas bailoteen en su interior y rompan en su superficie, no ofrece la posibilidad de disfrutar de su aroma. La boca es demasiado estrecha como para poder olfatear el perfume de estos espumosos, perdiéndose sus matices.
La Pompadour, la copa más icónica pero no la más adecuada para beber cava
- Tulipa. Aunque esta copa no tiene la fama de la Pompadour ni el calado de la flauta es, según los expertos, una de las mejores para degustar el cava, el champagne o el vino espumoso. El por qué, como no podía ser de otra manera, hay que buscarlo en su forma: su cuerpo estilizado, levemente amplio en el centro y ligeramente estrecho en su parte superior permite que esta bebida se conserve fría, retenga su aroma y preserve sus burbujas. Unas características que, tal y como hemos visto anteriormente, ni la copa que hiciera famosa María Antonieta ni la flauta poseen.
- Copas de vino blanco. Con una estética más sobria que la tulipa pero con el mismo principio –resaltar el aroma y el sabor de los espumosos-, encontramos este tipo de copas tan populares entre los aficionados al vino blanco. Según los expertos, su forma y tamaño son idóneos para degustar el cava y el champagne y captar, como hace la tulipa, todos sus matices. E, incluso, dicen más: si el espumoso es de buena calidad y debemos decidir entre una copa de vino blanco, una flauta o una Pompadour, mejor optar por la primera. Aunque esta elección suponga una pérdida de glamour, nuestro paladar lo agradecerá.
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